Comienza el viaje. Primera parada EL DESIERTO

El 17 de febrero llego Sarita al DF. Como yo siempre digo, me encanta Sara porque creo que mutuamente nos damos energía y fuerza, así que las dos locas partieron juntas hacia el desierto de San Luis Potosí, a una zona que se llama Matehuala. Ha sido una experiencia alucinante, aunque eso que dice la gente de Experiencia mística...unos cojones, el desierto es más duro que la leche.

Desde Matehuala comenzamos a hacer ray (autoestop) hasta llegar a Real de Catorce, una parada en un pueblecito en lo alto de una montaña, en mitad del desierto. A la mañana siguiente partimos las dos aventureras con un par, a andar por el desierto. En estos dos días hemos hecho un chingo de kilómetros (yo creo que el primer día anduvimos unos 30 y el segundo no lo sé) Hoy, que he podido descansar un poco, me acabo de dar cuenta de la paliza que nos hemos metido...me duele todo el cuerpo.
Llegando a las Margaritas (un pueblo que no es pueblo sino dos casas perdidas), nos encontramos, o conocimos, a un perro lobo, que podéis ver en alguna foto, que nos estuvo acompañando todo el camino y nos protegió por la noche...que cague por la noche. Ahí podéis ver el cutretipi que nos montamos con un par de lonas cosidas como un chorizo. Y ahí nos metimos ambas dos a pasar la noche en mitad del desierto, nada mas que escuchando ruidos (y lo peor no son los bichos peligrosos que por ahí deambulan, sino la policia corrupta...reza para que no te encuentren...no esta prohibido acampar ni hacer fuego...pero como te encuentren los policías, te pueden hacer cualquier cosa) menos mal que nuestro amigo perro nos defendió de toda calamidad, y las estrellas nos protegieron.

Y de ahí a la mañana siguiente partimos en un laaargo viaje hasta llegar a Guadalajara, que es donde ahora mismo me encuentro, bien acogida en la casa de unos amigos que la verdad nos están tratando muy muy bien. Ya colgaré alguna foto de ellos en el blog.

Mañana pronto queremos partir en ray hasta Colima, para empezar una nueva aventura por las playas del Pacífico hasta Chiapas...pero eso es otro cuento que ya contaré en la próxima entrada.

Mil besos a todos y en especial para mi abuelita Rosa a la que quiero con locura y que me escribe tantas veces. (abuela, que no te he olvidado, que me acuerdo mucho de ti y te mando toda mi energía para que sigas p'alante)

Os recuerdo todos los días y os echo de menos.