lunes, 12 de abril de 2010

El camino a la selva selvática






















Mientras se van subiendo las fotos, voy contando un poquito, que es verdad que os tengo abandonados, no por nada, sino porque en mi casa no tengo internet y encuentro poco tiempo para comentar cosas.
Bueno, lo primero de todo, deciros e informaros, que aunque parezca que estoy todo el día de viaje, también me estoy aplicando con la tesis, y que estoy muy contenta con mi tutor José Luis, porque me está metiendo caña y así me obligo a mí misma a escribir...y creo que estoy consiguiendo buenos resultados, y que él también esta contento con mi trabajo.

Como veréis he subido millones de fotos, aunque no todas las que me hubiera gustado, pero como tenemos un chingo he tenido que escoger algunas...y me ha costado, pero ahí va una pequeña muestra.
Y que decir de este viaje de locura en el que nos han pasado millones de anécdotas y cosas divertidas. Intentaré resumir contando desde el principio.
En principio íbamos a ser tres pasajeros nada más, pero a última hora del último día llegaron a la casa, después de un viaje de dos semanas por el desierto, Débora, Iván y Dayán (amigos y compañeros de casa)...y tal como llegaron se fueron porque les convencimos para que se unieran a esta nueva aventura con los tres que ya eramos (Amado, Yoly y Clara). Y así de contentos, a la mañana siguiente, partimos los seis dirección la selva de Palenque (en Chiapas).
Nuestra intención, como siempre, era llegar haciendo autoestop...pensando que seis personas en un mismo ray era imposible y nos íbamos a tener que separar...pero eso es lo lindo de México, y lo que espero que nunca se pierda, las libertades que todavía existen en tantas cosas...pudimos llegar los seis a la selva igual de juntos que partimos, porque resulta que no es tan difícil que agarren a seis personas en un ray. (y llamamos occidente o avanzado a nuestro país? un país en el que cada vez predomina más la desconfianza en los demás y el individualismo consumista?...si eso es progreso, ojalá nunca México llegue a alcanzarnos...porque de verdad es una alegría sentir la cercanía de la gente...espero nunca dejen que nadie les arrebate las libertades que todavía poseen y que admiro)
Abreviando un poco que si no me eternizo, desde DF tuvimos la suerte de tomar una camioneta que nos dejó directamente en Oaxaca (casi a la mitad del camino). Esa noche, como todas la que vinieron después, fue divertidísima. Estuvimos andando por las calles de Oaxaca, tocando las guitarras (obvio que yo no porque no tengo ni idea) y cantando, para conseguir un poco de dinero para cenar, y esas cosas. Decidimos comprar una botella de mezcal (una bebida típica en México, y especialmente en Oaxaca, que es una fermentación de no se qué con diferentes cosas. Uno de los más conocidos, y el que compramos con el dinero que habíamos sacado de tocar, es el que está fermentado con gusano de Maguei. Un gusano real que está dentro de la botella y que dicen que si te lo comes te pillas una de aquí te espero). Y como no sabíamos donde dormir, nos acercamos a la plaza del centro de Oaxaca donde había una concentración de campesinos acampando en la calle, que nos dejaron quedar a dormir con ellos. (por ahí arriba veréis algunas fotos del hecho). A la mañana siguiente, pero lentamente, porque uno tiene que adaptarse al ritmo mexicano, así que lentamente significa que a las tres de la tarde decidimos empezar a pedir ray, conseguimos una camioneta que supuestamente nos iba a dejar en Chiapas, pero que finalmente no fue así porque se hizo muy tarde por el camino. Ese ray fue el más divertido de todos porque agarramos la botella de mezcal y poco a poco, sin darnos cuenta, nos pillamos una borrachera de aquí te pillo y empezamos a desmadrar y a cantar y a partirnos de risa. Tanto así que cuando nos bajamos del ray se me olvidó que estábamos en una camioneta (yo pensaba que solo había que bajar un escalón) y me pegué un culazo en el suelo increíble. Que pena que nadie me vio porque hubiera sido la risa del viaje, aunque ya yo misma no paro de reírme cuando lo recuerdo.
Esa noche nos quedamos a acampar en un pueblo de mala muerte, que quien nos hubiera visto hubiera dicho que estábamos locos, porque después de estar hasta la una de la madrugada en la carretera intentando pedir ray (aunque más que ray lo que estábamos era tirados en el suelo de risa) decidimos instalar la tienda de campaña en un lugar que según nosotros era seguro, pero que cuando despertamos nos dimos cuenta que estábamos a la vista de todos. Bueno, pues ahí que nos metimos los seis en una tienda de tres, tomando la decisión de dejar todas nuestras cosas fuera porque si no no cabíamos (menos mal que a nadie se le ocurrió acercarse a robarnos)

Y la risa continuó toda la noche, porque Amado (pobre de él) fue el primero en dormirse y nos la pasamos pintarrajeándole la cara. Así, a la mañana siguiente cuando despertaron a Dayán de un pedrazo (quién sabe quien lo tiró, pero ya os he dicho que el lugar en que acampamos no era el más idóneo), el primero que le pregunto "¿Dayán estas bien?" fue Amado todo pintarrajeado, así que de la risa que le entró a Dayán de ver a Amado de tal facha, se nos olvidó el disgusto, recogimos la tienda y continuamos nuestro camino hasta llegar a San Cristóbal.

En San Cristóbal también fue la risa. Por el camino decidimos completar la banda musical que se estaba creando y como ni Iván, ni Yoly ni yo sabíamos tocar la guitarra ni nada, decidimos agarrar unas vainas de judías secas para hacer de maracas, y tan ufanos y contentos comenzamos nuestra gira por las calles de San Cristóbal. Dayán, Amado y Débora con las guitarras y nosotros tres con las vainas. Tan graciosos debíamos resultar, que el dueño de un bar importante de San Cristóbal, nos dijo que si queríamos ir esa noche a tocar en su bar. Y ni cortos ni perezosos, allá que nos fuimos la "banda del tocino" a nuestro primer concierto oficial, que fue todo un éxito. Y yo me muero de risa cuando lo recuerdo.

A la tarde siguiente decidimos que ya era hora de partir hacia Palenque. Por el camino nos encontramos a "los negros" (Fer y Paco, dos amigos de la universidad que habían llegado en coche y se dirigían igual que nosotros para Palenque) así que quedamos con ellos en Ocosingo (un punto intermedio entre San Cristóbal y Palenque), y alláque decidimos meternos ocho en un Clio, y entre gritos, risas, y peste a pies y sobacos, llegamos a Palenque.

En Palenque fuimos a caer al Panchán, lugar de discordia porque lo mismo que a algunos les encantó, a otros no nos pareció tan bueno. Para mí personalmente aquello era hippilandia en mitad de la selva, todo muy bonito y muy adaptado (solo le faltaba un hippiking) pero de lo que es la cultura y las gentes verdaderas de Chiapas, no se veía demasiado. Así que con Chiapas todavía tengo una asignatura pendiente, que es adentrarme en alguna comunidad y conocer mejor la cultura indígena.

Bueno, ya me he cansado de escribir. Tenia la intención de hacer un segundo apartado en el que os iba a presentar a todos los componentes del viaje, pero mejor otro día sigo contando.

Os quiero a todos y os echo de menos.